Sobre un bollo caliente ponemos una suave salsa ali-oli a la que añadimos jamón york y lomo o bacon. Así de sencillo es uno de los bocados más mágicos de la zona de la calle Laurel: el Zorropito, de tan sencillo tan perfecto, de tan rico, tan repetible. Y tiene hermoso hasta el nombre, original y que nos pone sobre aviso de las bondades organolépticas de uno de los mejores bocatitas del mundo. Ya sabéis, si venís a la Gota de Vino no olviden pedirse su Zorropito. Gloria pura y verdadera.